sábado, 24 de septiembre de 2011

Luz de luz



Grandes efusiones de luz y de amor, acompañadas de milagros y de profecías vienen sobre la Iglesia militante.

Es quizá en las épocas más oscuras, mientras miles de almas apostatan, cuando el Espíritu Santo parece querer rescatar con la intensidad del fervor y la frecuencia del heroísmo, las pérdidas sufridas en cantidad y en ex tensión.

En esas visitas incomparables, en esas misiones invisibles en las cuales Dios viene a rehacer la obra de sus manos, la Iglesia siente a sus hilos saltar en su seno, se llena del Espíritu Santo y se maravilla diciendo: “ qué me sucede que mi Señor viene a mí?”.

Esos toques divinos inflaman su corazón, le dan un impulso siempre nuevo. Así la Iglesia es patria de renovaciones espirituales y única fuente de juventud...

En los momentos decisivos de su historia, el Espíritu Santo vendrá en ayuda de su Iglesia por caminos excepcionales. Suscitará en ella milagros de fortaleza, de luz, de pureza. En la Jerarquía o en el pueblo fiel se levantarán hombres y mujeres que tendrán tanta nitidez en la voz y tanta santidad en el coraz6n para anunciar su mensaje, que el mundo creerá volver a escuchar a los apóstoles.

Harán milagros, discernirán los espíritus, hablarán en lenguas. Serán los verdaderos profetas. Profetizarán para iluminar, a la luz de la revelación, el movimiento de su época y las necesidades de los hombres. En ellos volverán a aparecer, balo una forma adapta da a las condiciones nuevas de la vida de la Iglesia, gracias carismáticas que fueron dadas a los primeros cristianos...

Newman tenía razón cuando pretendió que, así como sucedió en el primer Pentecostés, los tiempos de milagros son tiempos de Santidad. (L’Eglise du Verbe Incarné (1942) (Tome II, Págs. 463. 469. 471.)

Autor: Cardenal Charles Lournet

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