miércoles, 18 de enero de 2012

Perseverar



 Corresponde a la fidelidad del hombre cumplir aquello que prometió (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 110, a. 3). La experiencia de nuestra debilidad y de nuestros fallos, la desedificación que puede producir el espectáculo doloroso de la pequeñez e incluso de la mezquindad de algunos que se llaman cristianos, el aparente fracaso o la desorientación de algunas empresas apostólicas, todo eso —el comprobar la realidad del pecado y de las limitaciones humanas— puede sin embargo constituir una prueba para nuestra fe, y hacer que se insinúen la tentación y la duda: ¿dónde están la fuerza y el poder de Dios? Es el momento de reaccionar, de practicar de manera más pura y más recia nuestra esperanza y, por tanto, de procurar que sea más firme nuestra fidelidad (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 128).

Y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estáis aquí para otra cosa sino para pelear (SANTA TERESA, Camino de perfección, 20, 2). Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la duración [...]. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. ES fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida (JUAN PABLO II, Hom. México, 27-1-79). No deseéis las persecuciones para probar vuestra fidelidad; vale más esperar las que Dios permita que desear otras. Vuestra fidelidad tiene mil maneras de manifestarse en otra forma: en la humildad, en la dulzura, en la caridad (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 100, 1. c., p. 734). Que nadie mire hacia atrás, como la esposa de Lot, máxime cuando el Señor ha dicho: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios (Lc 9, 62). Mirar hacia atrás no es sino tener pesares y volver a tomarle gusto a las cosas del mundo (SAN ATANASIO, Vida de San Antonio).

Perseverar, recomenzando muchas veces

Ahora, tornando a los que quieren ir por él (por el camino de la santidad) y no parar hasta el fin —que es llegar a beber de esta agua de vida—, cómo han de comenzar digo que importa mucho y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino, siquiera no tenga devoción para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo (SANTA TERESA, Camino de perfección, 21, 2).

Autor: Tomás Trigo, Profesor de Teología Moral, Facultad de Teología, Universidad de Navarra

No hay comentarios:

Publicar un comentario