domingo, 26 de febrero de 2012

LA ROCA



En cierta ocasión un hombre dormía en su cabaña, cuando de repente una luz iluminó la habitación y apareció Dios.

El Señor le dijo que tenía un trabajo para él y le mostró una gran roca frente a la cabaña.  Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas.

El hombre hizo lo que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas… y ésta no se movía.  Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano.

Como empezó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar en el juego trayendo pensamientos a su mente:    -“Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido”.-

 Al hombre le dio la impresión que la tarea que le habían encomendado era imposible de realizar y que él era un fracaso.  El hombre pensó en abandonar la tarea pero antes decidió elevar una oración al Señor y confesarle sus sentimientos:

 -“Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aun así no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Por qué he fracasado?”

El Señor le respondió:

“Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar. Ahora vienes a mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste? Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras. A pesar de la adversidad has crecido mucho.

Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mi. Eso lo has conseguido. Ahora, yo moveré la roca”

Algunas veces, cuando Dios nos pide algo tratamos de utilizar nuestra lógica para descifrar su voluntad, cuando en realidad solo nos pide obediencia y fe en Él. Es conveniente ejercitar nuestra fe, que mueve montañas, pero conscientes que es Dios quien al final logra moverlas.

Cuando todo parezca ir mal… sólo EMPUJA.  Cuando estés agotado por el trabajo… sólo EMPUJA.

Cuando la gente no se comporte de la manera que te parece que debería… sólo EMPUJA.  Cuando te sientas fracasado y sin esperanza, cuando sientas que ya nada vale la pena… solo EMPUJA.

En su vida, San Marcelino Champagnat se enfrentó a muchos momentos de presión e ingratitud... La gente lo criticaba, las autoridades eclesiásticas lo señalaban, los compañeros del seminario se extrañaban.

Pero él nunca dejó de soñar en el sueño que Dios le había inspirado.  Y Marcelino EMPUJÓ siempre,  tomado de la mano de Dios.

Un Directivo marista es aquél que ha borrado de su vocabulario la palabra: “no puedo”. O también  “es muy difícil para mí”.  “Mejor que lo haga otro que sí pueda”

Cuando las cosas no vayan como tú quieres, recuerda a san Marcelino.  Y EMPUJA.  Directivo: no olvides LA ROCA de la que fuiste tallado.

Y, por encima de todo, recuerda que a un marista se le distingue por su grande amor y devoción a la Santísima Virgen María. Nunca olvides que un hijo se parece a su Madre.

Servicio, entrega, esperanza, amor a la patria y respeto por la voz de Dios. No lo olvides: obediencia y fe. Él siempre estará contigo, recuerda involucrarlo en tus planes. Cuando Dios está de tu lado, aunque un ejército acampe contra ti, no tienes nada que temer. Que Jesús, María y Champagnat se queden siempre contigo.



Autor: “Cuando alguien evoluciona también evoluciona todo a su alrededor” CENTRO DE ANIMACIÓN MARISTA

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