domingo, 19 de febrero de 2012

No llores, no te rías; trata de entender



“No llores,  no te rías; trata de entender”.

Esta frase del filósofo Spinoza sugiere la actitud más adecuada que hay que adoptar al afrontar el tema de la humanización del mundo de la salud.

Si pasamos de la definición de humanización del mundo sanitario a lo que con la misma se describe, nos encontramos ante un horizonte amplio y pluridimensional.

La distancia entre la realidad del mundo de la salud y su deber ser se advierte y pone de relieve en numerosos sectores:

1)      En la relación entre personal de la salud :
enfermo y sus familiares, relación considerada inadecuada en muchos aspectos;

2)      En las condiciones a menudo inhumanas en las que los profesionales de la salud están obligados a trabajar;

3)      En el modo de comportarse del mismo enfermo,  frecuentemente caracterizado  por pretensiones irreales e incapacidades de participación;

4)      En la tecnología médica,  que, aunque tiene tantos y tan grandes méritos,  puede empobrecer la relación interpersonal;

5)      En las estructuras arquitectónicas,  a menudo vetustas y poco acordes con las exigencias de un servicio más humano;

6)      En la asistencia de ciertas categorías de enfermos, como los crónicos y los moribundos, caracterizada por escasa consideración y falta de respuestas apropiadas;

7)      En la administración sanitaria, lenta no pocas veces a causa de la burocracia y entorpecida por intereses políticos opuestos al bienestar del enfermo;
8)      En la gestión de la salud, a menudo guiada por criterios reductivos;

Como se puede constatar, la humanización concierne, además de al enfermo, al personal sanitario, a los administradores  y a los políticos, y tiene que ver no sólo con la gestión ordinaria de la asistencia sanitaria, sino también con la medicina de frontera y la investigación biomédica, la ecología y la educación a los valores[1].

[
1] Cf. HOVARDS J.- STRAUSS A., Humanizing Health Care; Nueva York 1997.



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