martes, 6 de marzo de 2012

Si osáramos...



«Id, vosotros que sois "los hermanos del pueblo", al corazón de las masas, a esas multitudes dispersas y extenuadas "como ovejas sin pastor", de las que Jesús sentía compasión... Id, pues, también vosotros a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. ¡No esperéis a que vengan a vosotros! ¡Intentad vosotros mismos alcanzarlos! El amor de Cristo nos impulsa a esto... Toda la Iglesia os lo agradecerá» (Juan Pablo II, Las misiones populares, hoy, 15-XI-1982).

¡Quién puede decir las maravillas, los milagros que Dios haría con nosotros y a través de nosotros si, como Francisco, osáramos poner en Él toda nuestra confianza! Dios nos tiene una confianza increíble, no obstante nuestra fragilidad, nuestros límites, traiciones, negaciones... Está siempre dispuesto a «levantarnos», a abrirnos las puertas de su casa, a enviarnos al mundo entero, a pesar de nuestra edad, de nuestro cansancio y de nuestras desilusiones (cf. Elías, en 1 Re 19). Necesitamos recobrar esta confianza, intuir y experimentar, como Francisco, la presencia viva y paterna de Dios.

Francisco emprende su nuevo camino con los ojos fijos en el «Padre que está en los cielos»; «sigue desnudo a Cristo desnudo» mediante un nuevo «bautismo de deseo», el de pertenecerle sólo a Él. Así, se convierte en ágape -en don gratuito para los últimos (los leprosos)- en el seno de la Iglesia, por el Reino de Dios y por el mundo: fuera de los muros de su ciudad, fuera de Asís (LM 4,2).

Autor: Giacomo Bini, Ministro General o.f.m.

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