lunes, 30 de abril de 2012

La Oración II




A la luz de lo dicho, se puede entender mejor que un eje de la vida espiritual sea la oración. Pues ésta no es otra cosa que situarse ante la presencia amorosa de Dios y cultivar ese sentimiento habitual de ser amado y acompañado.

a) La oración fue una práctica constante en la vida de Jesús.

La oración en la experiencia de fe de Jesús. En la lectura atenta de los evangelios llama la atención que lo que sustenta la vida de Jesús es la íntima experiencia que El tiene con Dios: su fe. Jesús es el creyente. El que ha creído en el plan salvador de Dios en su totalidad. Por eso su vida es una total abertura a Dios, una constante búsqueda de su voluntad. Cf. Hb. 12: la larga nube de testigos que culmina en Jesús: el primero y consumador de la fe.
La fe es la fuerza de su vida, vivida como confianza en Dios en total apertura a su voluntad.
En este contexto es donde se inscribe la oración de Jesús. Se ha dejado penetrar por Dios; es el primero en creer su anuncio; pone toda su vida en las manos de Dios. Esta total apertura a Dios es la que se expresa en la oración de Jesús. No es, por lo tanto una práctica, sino la expresión de una relación permanente con Dios, una relación cercana y confiada. Es su experiencia fundamental del Padre.

“La experiencia de Dios fue central y decisiva en la vida de Jesús. El profeta itinerante del Reino, curador de enfermos y defensor de pobres, el poeta de la misericordia y maestro del amor, el creador de un movimiento nuevo al servicio del reino de Dios, no es un hombre disperso, atraído por diferentes intereses, sino una persona profundamente unificada en torno a una experiencia nuclear: Dios, el Padre de todos. Es Él quien inspira su mensaje, unifica su intensa actividad y polariza sus energías. Dios está en el centro de sta vida. El mensaje y la actuación de Jesús no se explican sin esa vivencia radical de Dios. Si se olvida, todo pierde su autenticidad y contenido más hondo. La figura de Jesús queda desvirtuada, su mensaje debilitado, su actuación privada del sentido que él le da (…)

Hay algo que se percibe enseguida. Jesús no propone una doctrina sobre Dios. Nunca se lo ve explicando su idea de Dios. Para Jesús, Dios no es una teoría. Es una experiencia que lo transforma y lo hace vivir buscando una vida más digna, amable y dichosa para todos” (Pagola, pag. 317)

Jesús y la oración de su pueblo. Jesús era un judío creyente y piadoso que conocía y practicaba la oración de su pueblo: asumió las prácticas de oración de su pueblo. Pero tenemos que anotar que no lo hizo en forma ingenua. No las ejercita por pura rutina o costumbre. Denuncia sus peligros.

Señalamos a continuación algunos peligros anotados por Jesús:

 Lc. 18, 9-14. El fariseo y el publicano. El peligro de la oración como auto-afirmación egoísta; predomina el yo; autosatisfacción; el hermano aparece despreciado o está ausente. Es una falsa relación del hombre con Dios.

 Mt.6, 5-6. La oración con hipocresía: por pura apariencia, para conseguir fama de hombre justo porque reza.

 Mt.6, 7-8. La oración como palabrería o formulismo. Se pide lo contrario: ponerse más bien a disposición de lo que el Padre quiera.

 Mt. 7, 21-23. La oración incoherente con la práctica, que es hacer la voluntad del Padre. Sin la práctica coherente, la oración no tiene sentido.
 Mc. 12, 38-40. La oración que es disfraz de la opresión. Los maestros de la Ley que robaban los bienes de las viudas, el salario de los pobres.

Jesús y su propia oración. Siguiendo los evangelios sinópticos podemos percibir cómo es la oración de Jesús. Dejaremos sin ver el ev. de Juan porque en él hay una elaboración teológica más desarrollada respecto de este tema.

 Jesús es un judío piadoso: reza en las comidas, observa el culto sabático, va a la sinagoga, etc.

 Jesús hace oración con ocasión de momentos importantes de su vida, asumida como algo muy personal y vital.

- cuando toma conciencia de su misión en el Bautismo
- cuando llega al final de su vida: cuando hay angustia en el huerto y esperanza en la cruz.
- cuando los discípulos le piden que les enseñe a orar: Padre nuestro
- antes de sanar a un paralítico
- por personas concretas: por Pedro, por sus verdugos, etc.
- cuando hay que expulsar cierto tipo de demonios
- dando gracias por la bondad del Padre manifestada a los sencillos.
- Etc.

 Jesús se procura tiempos y lugares especiales para orar. Se trata de procurar el lugar y tiempo adecuados para establecer una relación especial con el Padre: el monte, el desierto, el huerto.

 En cuanto al contenido de la oración de Jesús podemos señalar algunos textos:

- Mt. 11, 25 y Lc. 10.17-24. Alabanza al Padre que se ha revelado a los pequeños. Las preferencias de Dios.

- Mc. 14, 32-42. En el huerto Jesús recoge el sentido íntimo de su persona, de actividad, de su destino. Es el encuentro más íntimo con su vocación de Servidor. Su oración se relaciona aquí con la conciencia de toda su propia vida en el momento crucial de su muerte. Es el acto de confianza definitivo en Dios, su Padre.

- Mc. 15, 34 y // En la cruz, la expresión de la angustia, la soledad y la confianza de la entrega en la manos del Padre.

Autor: Congregación de los Sagrados Corazones

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