domingo, 29 de abril de 2012

La oracion




Hay algunos textos bíblicos que tradicionalmente han servido de apoyo importante para este trabajo de crecimiento espiritual, que combina mística y ascética:

1 Corintios 9,24-27: *) No saben que, en las carreras del estadio, todos corren, pero solamente uno consigue el premio? Corran de tal manera que lo logren. Los atletas se abstienen de todo con el fin de obtener una corona corruptible, mientras que nosotros aspiramos a una incorruptible. Yo, pues, corro, pero no sin rumbo; lucho, no como quien da golpes al aire, sino que disciplino mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de enseñar a los demás, quede yo descalificado.+

2 Timoteo 2,3 : *Soporta los sufrimientos como un buen soldado de Jesucristo.+
Marcos 8,34 : *Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que car-gue con su cruz y me siga+. Con el agregado lucano del cada día (Lucas 9,23).

A estas referencia se puede agregar la idea del libro de Hechos de los Apóstoles de que la vida cristiana puede ser llamada *camino+ (cf. Hechos 9,2; 18,25-26; 19,9.23; 22,4; 24,14.22).
Existen muchas sistematizaciones de las posibles etapas de este camino. Lo importante de todas ellas es una doble insistencia. Por una parte, que el proceso es siempre lento y complejo. No se trata de cambiar de vida de un día para otro; de decir que se quiere seguir a Jesús y que quede todo listo; de abandonar al hombre viejo en un momento y que uno pueda comenzar de inmediato una vida nueva. El proceso es lento, complejo, difícil, con muchos altibajos. Y de aquí surge la segunda cuestión importante. Que en este proceso hay muchos momentos sucesivos, unos de plenitud y de integración, otros de oscuridad, de complicaciones y de desintegración. Es un proceso que tiene algo de espiral, de un ir sucesivamente adentrándose en dimensiones más profundas de la propia vida, integrándose a niveles más hondos. Esto es lo que realmente importa, no tanto el llegar a sistematizar un único elenco de etapas. Toda sistematización es puramente in-dicativa, y se da de maneras distintas en cada persona.

Una actitud básica

Un camino espiritual es posible desde una actitud básica, fundamental, que está llamada a presidir y orientar toda nuestra vida. Una mentalidad o primer dato de conciencia, una actitud interior o disposición estable del espíritu, que podemos nombrar de diversos modos:
- el reconocimiento de la primacía de Dios
- el reconocimiento del amor primero de Dios
- el sentido de la gracia
- el reconocimiento de que vivimos en Dios

No es tener una idea o noción racional. Es más bien tener un cierto sentido, una especie de con naturalidad, disposición habitual que nos acompaña siempre y que va asociada a una certeza de fe. Es una convicción profunda y estable, no un conocimiento especulativo, sino una experiencia vital. Una actitud que descansa en una Presencia: la de Dios en medio de nuestra vida.

Autor: Congregación de los Sagrados Corazones

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