sábado, 28 de abril de 2012

SOBRE EL CAMINO ESPIRITUAL Y LA ORACIÓN




Un Camino

Hablamos de “camino”, de algo que se va haciendo poco a poco, gradualmente, pero que  tiene que ir a alguna parte. Caminar sin dirección no tiene sentido, sino que se camina hacia una meta, un fin, por una causa. Si no se tiene una meta clara, se puede perder interés, nos podemos cansar muy pronto. Si caminamos, tenemos que ir a algún lugar.

A veces caminamos harto, con prisas, pero no siempre sabemos hacia adónde ir. Hemos hablado en la convocatoria de “camino espiritual de seguimiento de Jesús”.

Hemos ya puesto la finalidad o meta: queremos seguir a Jesús, abrazar su causa, asumir sus opciones, tener sus sentimientos ante el Padre y la Humanidad.

Cada uno de nosotros puede formular de muchas maneras la meta o finalidad de su camino: unirme a Dios, amar con todo el corazón, vivir en libertad…. Son diversas maneras de expresar el seguimiento de Jesús.

Hablamos de un camino “espiritual”. Queremos vivir la vida  en  el Espíritu Santo y desde el E.S.
 Queremos vivir la vida en Cristo y desde Cristo.

Como bien lo sabemos, no se trata de vivir en el Espíritu sólo algunas dimensiones de la vida, las religiosas por ejemplo, sino todo lo que somos y hacemos. Vivir en el Espíritu hasta que el Espíritu sea la ley, la fuerza, el dinamismo fundamental que nos anima y orienta.

Es un camino espiritual “ss.cc.”, que se apoya en los rasgos esenciales de nuestro carisma para conformar la vida de seguimiento de Jesús.

Un camino espiritual tiene siempre dos componentes esenciales que se ligan  mutuamente:
- Ascética o práctica: se trata del conjunto de esfuerzos mediante los cuales una persona se esfuerza por progresar en su vida moral y religiosa. Es todo el trabajo por conocerse, asumirse y corregirse.
- mística: se trata del entusiasmo, de la finalidad que le da sentido a todo el trabajo personal. Es el para qué, el enamoramiento de Dios que le confiere un sentido transcendente a todo lo que uno hace. Es todo lo que dice relación con las motivaciones profundas.

El camino espiritual es correcto y sano cuando ambas dimensiones se dan en una buena y armónica relación. Un puro trabajo personal sin motivaciones transcendentes se transforma en un asunto egocéntrico, casi agobiador, que aplasta la vida en vez de animar y estimular. Ideales muy altos que no van acompañados de un trabajo humilde y sincero de corrección personal no sirven de nada; son puras ilusiones. Es indispensable conectar las motivaciones profundas con los hechos puntuales de la vida (con las propias acciones o con las cosas que nos llegan desde fuera). Hay que cuidarse de evitar la monotonía de la vida, que hace imposible prestarle una sincera atención al momento presente. Igualmente hay que estar atento a no caer en una renuncia práctica a los grandes ideales, aunque se los mantenga en la teoría, pero sin trabajarlos en concreto. También está el asunto de tener la sabiduría necesaria para aprender a trabajarse en aquellas dimensiones que son las adecuadas a los grandes valores que uno busca y a las deficiencias personales reales. Es decir, cuidarse mucho de un perfeccionismo aplanador, que agobia y mata la vida y la creatividad; la obra multiforme del Espíritu.
Autor: Congregación de los Sagrados Corazones

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