miércoles, 2 de mayo de 2012

Nuestra Oración




En nuestra vida también la oración se da de distintas maneras:
La oración es una de las experiencias más personales del creyente. Es la experiencia del encuentro íntimo con Jesús. Y en el mismo proceso de este encuentro con Él, frente a Él, un reencuentro en un nuevo nivel de profundidad con toda nuestra vida — con su honda realidad — y un encuentro con los demás. La oración es el espacio en el cual vamos cristianizando todas las dimensiones de nuestra vida. Por lo mismo, la oración será muy diversa en cada persona y en cada momento de la vida. No se trata de imitar a otros, sino de ir adquiriendo cada vez más un estilo propio de oración, aprendiendo de otros, a veces dejándonos guiar, pero para llegar a una síntesis personal, única e intransferible. Dado que la persona no es estática, nuestra oración debe estar en permanente proceso de desarrollo. Nuestra oración no puede quedársenos rígidamente instalada en una forma concreta, sino que debe irse adecuando a los diversos momentos de desarrollo de nuestra vida. De otro modo se nos queda atrás y se nos transforma en rutina, en obligación. Es importante no abandonar nunca la búsqueda de formas y honduras nuevas. Hay que tener creatividad personal en la oración, porque la rutina mata el amor. Creatividad que no significa necesariamente estar cambiando con fre-cuencia las formas exteriores o no ceñirse por principio a las fórmulas oficiales. La creatividad en la oración la entiendo como esa capacidad de ir gestando un estilo dinámico de oración, que responda a la experiencia de Dios que está en cada uno de nosotros.

La oración es ante todo un regalo de Dios. No una obligación, un deber, un mandato. La oración es la gratuita, inmerecida y gozosa posibilidad que tenemos de ir revisando nuestra vida con Dios, junto a Él. Haciéndole presente nuestras necesidades y las de los demás; y recorrer con Él nuestra vida para entenderla y asumirla mejor. Con Jesús también vamos aprendiendo a mirar con ojos nuevos a las personas que están cerca nuestro. En el NT la oración nunca aparece como obligación impuesta, sino como un don gozoso, como una maravillosa posibilidad que estamos invitados a acoger, porque es una tontería desperdiciarla. En el NT también se nos señala que es el ES quien nos enseña a orar, porque nos da la confianza necesaria para llamar a Dios Abba (cf. Romanos 8,15; Gálatas 4,6), y la vez es el que nos enseña a pedir lo que nos conviene (cf. Romanos 8,26-27). La oración no la hacemos solos, sino que es la fuerza de Dios la que se mete dentro nuestro y nos ayuda a orar. Es algo así como una buena conversación con un amigo, que nos ayuda a sacar de nuestro interior lo más personal.

Algunas características y dimensiones de la oración. Nuestra oración se puede dar de diferentes formas y maneras que no se excluyen mutuamente, sino que se complementan y enriquecen. Vamos a señalar características de la oración que, a veces, oponemos, porque son polaridades, pero que tenemos que ver como dos dimensiones que se complementan:

1) “estado de oración” y “oración explícita”:

Una oración que empapa toda la vida: todo lo que hacemos lo referimos a Dios; vivimos en un cierto estado de oración.
Una oración, “sensu estricto”, de algunos momentos explícitos. Se entra en diálogo con el Señor para escucharlo.

2) Oración personal y comunitaria:

La oración personal: soy yo quien me encuentro con Jesús desde mi propia intimidad, desde mi propia verdad (mi secreto).

La oración comunitaria: nos apoyamos y motivamos los unos a los otros para nuestro encuentro con el Señor como comunidad.

3) Oración en momentos de paz y en momentos de prueba:

La oración en los momentos de paz: es la ocasión de alimentar la confianza y el amor al Señor; es la “vigilancia del corazón”; es la oración en la vida, alimentada por la vida de oración.
La oración en la prueba: es el tiempo de la crisis o de la tentación: es la ocasión de reafirmar los compromisos, volver a decir sí al señor.

4) En el silencio y en el tumulto:

La oración en el silencio: en el tiempo y el lugar propicio, buscado especialmente para ella.
La oración en el tumulto: cuando no puedo conseguir el tiempo y el lugar adecuados (viajes, trabajos, ruidos y bulla ambiental, etc.). Exige de un esfuerzo particular de la voluntad y de mucha experiencia de oración.

Distintos tipos de oración. Podemos señalar un sin-número de formas o tipos de oración. Quizás convenga hacerlo para poder recurrir a ellas en los momentos más difíciles o de menos motivación: alabanza, adoración (reconocer el señorío de Dios), de petición, de escucha, de ofrecimiento, de perdón, de vigilancia (revisión de la vida), de intercesión, de lamentación y súplica, de confianza, oración con los rezos, etc., etc.

Siempre la oración será un camino. Se trata de un proceso que estará muy en consonancia con nuestra sensibilidad, nuestra edad, los procesos personales que estemos viviendo, las búsqueda personales que realizamos, etc., etc. Por eso mismo, nunca “estacionamos” en el camino de la oración; nunca nos aferramos a experiencias que pueden ser transitorias. De ahí la necesidad de cultivar la oración especialmente en el silencio para escuchar de verdad a Dios.
Autor: Congregación de los Sagrados Corazones

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