domingo, 15 de julio de 2012

Noticias sobre un Homo religiosus





Uno de los nombres ineludibles al hablar de lo religioso es Mircea Eliade. Dentro de su monumental obra, el autor acuña el concepto de Homo religiosus, para identificar las  actitudes, disposiciones y apreciaciones de un hombre primitivo ante la magnificencia de lo sagrado. Este homo religiosus, se caracteriza por su particular forma de estar en el mundo: “cree que existe una realidad absoluta que trasciende este mundo, que se manifiesta en él santificándolo y haciéndolo real. Cree que la vida tiene un origen sagrado y que la existencia humana actualiza todas sus potencialidades en la medida en que es religiosa, es decir, en la medida en que participa de la realidad.” (Eliade, 1998: 148) El homo religiosus vive en un mundo sagrado, su inextinguible sed de ser revela la necesidad de vivir en un cosmos puro y santo, tal como era al principio, cuando estaba saliendo de las manos del creador. (Cf. op.cit: 26, 51 y 121)

La nostalgia invade al homo religiosus, porque desearía regresar a los tiempos primeros y habitar en un mundo divino, por eso sacraliza el lugar donde vive. Su hogar, el Centro del mundo, es la fuente misma de la realidad absoluta, es una “abertura” que le asegura la comunicación con los dioses. (Cf. op.cit: 51) Su propia existencia es prueba de ello. No es simplemente humana, sino también “cósmica”, porque participa de una vida transhumana. El homo religiosus nunca está solo, en él vive una parte del mundo. Está en comunicación con los dioses y participa de la santidad del mundo. (Cf. op.cit: 122)

El hombre religioso vive en dos clases de tiempos: el sagrado y el profano. El primero es por naturaleza reversible, ya que se trata de un tiempo místico primordial que se hace presente a través de los ritos. Las fiestas religiosas establecen un paréntesis en el tiempo profano, para reactualizar el tiempo místico fundacional de la existencia humana, el que puede recuperarse indefinidamente al revivir el momento de la creación. (Cf. op.cit:54 y 55) Eliade plantea la renovación cíclica del mundo, ya que cada conmemoración es un verdadero renacimiento del tiempo desde la creación, “se reencuentra en cada año nuevo la santidad original que tenía al ser creado”. (Cf.op.cit:58) “es el eterno presente del acontecimiento místico lo que hace posible la duración  profana de los acontecimientos históricos”. (Op.cit:67)

Sobre lo sagrado

Al enfrentarse a las diversas manifestaciones de lo religioso en sociedades premodernas, los estudiosos han preferido utilizar los términos de numinoso y sagrado, para referirse a la relación de los seres humanos con lo trascendente, concepto que permite incluir las distintas formas de expresión de esta relación en tiempos y lugares.

Cuando los seres humanos se enfrentan al límite, a aquello que no puede controlarse y cuya potencia supera cualquier posibilidad humana, hablamos de lo numinoso. Tal como lo planteara Rudolf Otto, lo numinoso refiere a una reacción espontánea frente a la potencia –que posteriormente podrá ser considerada sobrenatural- que genera un sentimiento originario y específico, del cual se desprende la noción de lo sagrado. (Cf. Cazeneuve 1971: 34) Lo numinoso se aleja de la realidad normada y social construida por los seres humanos, y ante la angustia que provoca el reconocimiento de una realidad tal, los símbolos que la representan son experimentados como misterios. Lo numinoso como misterio, suscita sentimientos ambivalentes: es tremendum -inquietante y motiva un sentimiento de terror que induce a rehuirlo-; a la vez que es fascinans - hace que se desee, que se sienta inclinación hacia él y que, en ocasiones, se procure identificar con él-. (Cf. Op.cit:35) Estos símbolos inquietantes evocan posibilidades ilimitadas para los seres humanos, al enfrentarlos con lo Otro más absoluto. Ante esto, los individuos tienen dos alternativas: a) fijar la condición humana en un sistema estable de reglas, donde los ritos desvíen del sistema social todo aquello que simbolice su imperfección; o b) ubicarse simbólicamente en el mundo de la potencia absoluta, irreductible a la regla. En este escenario, Cazeneuve plantea que los ritos realizan una síntesis simbólica entre el orden de los seres humanos y la potencia numinosa; en tanto, dan a la condición humana un fundamento diferente de ella misma, que la hace formar parte de una realidad trascendente.
(op.cit:36)



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