jueves, 9 de agosto de 2012

El Espacio y el Tiempo Imaginado








Señalemos al respecto, la confusión que sufre Kant entre el espacio objetivado por los sentidos externos y el espacio reproducido por la imaginación. Efectivamente, Kant considera que el espacio y el tiempo son receptáculos universales y “a priori” de la sensibilidad, y al modo de Newton, interpretará el espacio y el tiempo como formalidades homogéneas. Pero el espacio y el tiempo como unidades homogéneas, no se perciben, no se ven ni se oyen, lo que significa que estas dos dimensiones son reproducciones imaginativas, es decir, el espacio y el tiempo kantiano como formas de la sensibilidad, no son percibidos sino imaginados. Es evidente, por ejemplo; que el espacio modulado según la diversidad de los sentidos externos, no es el espacio homogéneo imaginado, sino que son distintas objetivaciones de espacio: el espacio visto, el espacio oído, el espacio olfateado, etc., en cambio el espacio isotrópico, siempre igual a sí mismo, proyectado indefinidamente por la mente, es un espacio reelaborado por la imaginación.(13). Por tanto, el espacio y el tiempo como “formas a priori” de la sensibilidad, no son objetos formalizadores que configuran los datos de experiencia obtenidos mediante la intuición sensible como Kant piensa, sino que son objetos dimensionales reproducidos por la imaginación. 

Al confundir y mezclar los niveles de la sensibilidad externa y los de la imaginación, el complejo y sincronizado edificio epistemológico de Kant se tambalea sin remedio, y pone en entredicho los fundamentos mismos de su estatuto cognoscitivo. Pero si Kant peca por defecto, al equiparar lo imaginado con el nivel inferior de la sensibilidad externa, Descartes lo hace por exceso, al considerar que la extensión como sustancia, captada por los sentidos y espaciada geométricamente por la imaginación, es una idea clara y distinta. Al no catalogar adecuadamente la función de los sentidos y la imaginación en la operación cognoscitiva, Descartes establece la equivalencia entre los objetos percibidos y extensionalmente imaginados con los objetos obtenidos por el intelecto. La confusión jerárquica de los niveles del conocimiento es patente para ambos filósofos. 



Autor: Lluis Pifarré | Fuente: arvo


 

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