martes, 26 de febrero de 2013

Ataques por fuera y temores por dentro






Los santos varones, al hallarse involucrados en el combate de las tribulaciones, teniendo que soportar al mismo tiempo a los que atacan y a los que intentan seducirlos, se defienden de los primeros con el escudo de su paciencia, atacan a los segundos arrojándoles los dardos de su doctrina, y se ejercitan en una y otra clase de lucha con admirable fortaleza de espíritu, en cuanto que por dentro oponen una sabia enseñanza a las doctrinas desviadas, y por fuera desdeñan sin temor las cosas adversas; a unos corrigen con su doctrina, a otros superan con su paciencia. Padeciendo, superan a los enemigos que se alzan contra ellos; compadeciendo, retornan al camino de la salvación a los débiles; a aquéllos les oponen resistencia, para que no arrastren a los demás; a éstos les ofrecen su solicitud, para que no pierdan del todo el camino de la rectitud

Veamos cómo lucha contra unos y otros el soldado de la milicia de Dios. Dice san Pablo: Ataques por fuera, temores por dentro. Y enumera estas dificultades exteriores, diciendo: Con peligros de ríos, con peligros de bandoleros, peligros entre mi gente, peligros entre gentiles, peligros en la ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros con los falsos hermanos. Y añade cuáles son los dardos que asesta contra el adversario en semejante batalla: Muerto de cansancio, sin dormir muchas noches, con hambre y sed, a menudo en ayunas, con frío y sin ropa.

Pero, en medio de tan fuertes batallas, nos dice también cuánta es la vigilancia con que protege el campamento, ya que añade a continuación: Y, aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias. Además de la fuerte batalla que él ha de sostener, se dedica compasivamente a la defensa del prójimo. Después de explicarnos los males que ha de sufrir, añade los bienes que comunica a los otros.

Pensemos lo gravoso que ha de ser tolerar las adversidades, por fuera, y proteger a los débiles, por dentro, todo ello al mismo tiempo. Por fuera sufre ataques, porque es azotado, atado con cadenas; por dentro sufre por el temor de que sus padecimientos sean un obstáculo no para él, sino para sus discípulos. Por esto, les escribe también: Nadie vacile a causa de estas tribulaciones. Ya sabéis que éste es nuestro destino. Él temía que sus propios padecimientos fueran ocasión de caída para los demás, que los discípulos, sabiendo que él había sido azotado por causa de la fe, se hicieran atrás en la profesión de su fe.

¡Oh inmenso y entrañable amor! Desdeñando lo que él padece, se preocupa de que los discípulos no padezcan en su interior desviación alguna. Menospreciando las heridas de su cuerpo, cura las heridas internas de los demás. Es éste un distintivo del hombre justo, que, aun en medio de sus dolores y tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás, obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio saludable.

Autor: san Gregorio Magno, papa, De los tratados morales sobre el libro de Job 3, 39-40




LAS NUEVE ORACIONES DE SAN GREGORIO MAGNO
En reverencia de la Sagrada Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo

(El Maremagnum)


   El Papa Inocencio VIII, concedió a los que rezaren las nueve oraciones siguientes de San Gregorio, las siguientes indulgencias:

Cada día: 14.185.149 años de indulgencia.

En Viernes el doble.

En Viernes Santo: 8 indulgencias plenarias.


Y los que no saben leer, o muy enfermos, pueden rezar 20 Padrenuestros y 20 Avemarías frente a la imagen del santo, y ganan lo mismo.

Los que dijesen 7 Padrenuestros y 7 Avemarías frente a la imagen del Santo: 50.000 años de indulgencias y el Viernes Santo, indulgencia plenaria

 Hagamos este obsequio a las  benditas almas del Purgatorio

   Puede parecer que son grandes indulgencias y que no es necesario rezarlas a menudo, pero se hacen suave brisa fresca en la inmensidad del Purgatorio y del gran número de almas que allí se encuentran. Muchas almas padecen y pocos rezan por ellas. Rezar con tesón y con la mayor frecuencia que se pueda.  

PRIMERA ORACIÓN

   Señor mío Jesucristo, te adoro colgado de la Santa Cruz, coronada de espinas tu Cabeza. Te ruego que Tu Santísima Cruz me libre del ángel malo. Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

SEGUNDA ORACIÓN

   Oh Señor mío Jesucristo, te adoro en la Cruz herido y llagado, bebiendo hiel y vinagre. Te ruego que la lanza de Tu Santísimo Costado sea remedio para mi alma. Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

TERCERA ORACIÓN

   Oh Señor mío Jesucristo, por aquella amargura, que por mí, miserable pecador, sufriste en la Cruz, principalmente en aquella hora, cuando tu Alma santísima salió de tu bendito cuerpo , te ruego Señor, que tengas misericordia de mi alma cuando salga de esta vida mortal; la perdones y la encamines a la Vida  Eterna. Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

CUARTA ORACIÓN

   Oh Señor mío Jesucristo, yo te adoro depositado en el Santo Sepulcro, ungido con mirra y ungüentos  fragantes. Te ruego Señor, que tu muerte sea remedio para mi alma. Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

QUINTA ORACIÓN

  Oh Señor mío Jesucristo, yo te adoro y considerando aquel tiempo cuando descendiste a los infiernos y de allí sacaste y pusiste en libertad en los cielos a los que allí estaban cautivos, te ruego Señor que tengas misericordia de mi.  Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

SEXTA ORACIÓN

  Oh Señor mío Jesucristo, que estás sentado a la derecha del Padre Eterno, yo te adoro por tu santa resurrección de entre los muertos y Ascensión a los Cielos. Te ruego Señor que yo te pueda seguir y mi alma pueda ser presentada delante de la Santísimas Trinidad. Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

SÉPTIMA ORACIÓN

  Oh Señor mío Jesucristo, Pastor bueno, conserva y guarda a los justos,  justifica y perdona  a los pecadores, ten misericordia de todos los fieles y acuérdate de mí, triste y miserable pecador. Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

OCTAVA ORACIÓN

  Oh Señor mío Jesucristo, yo te adoro y contemplando que el día del Juicio vendrás a juzgar a los vivos y a los muertos y a los buenos darás gloria y a los malos condenación eterna. Te ruego Señor, por tu Santa Pasión, nos libres de las penas del Infierno, nos perdones y nos lleves a la Vida Eterna.  Amén Jesús.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

NOVENA ORACIÓN

  Oh amantísimo Padre, yo te ofrezco la inocente muerte de Tu Hijo y el amor tan firme de Su Corazón por toda la culpa y pena que yo miserable pecador merezco, y todos los pecadores: por aquellos enormes y gravísimos pecados míos  y por todos mis prójimos y amigos vivos y difuntos. Te ruego tengas misericordia de nosotros. Amén Jesús
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

OFRECIMIENTO

  Estas oraciones las ofrezco a los méritos de la Pasión y muerte de nuestro Redentor Jesucristo, a quien pido y suplico me las reciba en descuento y satisfacción de mis culpas y pecados confirmándome lo que San Gregorio y otros Pontífices han concedido a quienes la rezaren delante de su imagen o la llevasen consigo y es mi voluntad que Dios nuestro Señor aplique lo que le pareciese ser bastante para sacar del Purgatorio el alma que allí estuviese y que fuese más de mi obligación gloria suya y de la Santísima Virgen María, a quien pido y suplico sea mi abogada con su Divina Majestad. Amén Jesús.

ORACIÓN

  Oh altísima Cruz, oh inocente y preciosa Sangre, oh pena grande y cruel, oh pobreza de Cristo mi Redentor, oh Llagas muy lastimadas, oh Corazón traspasado, oh Sangre de Cristo derramada, oh muerte amarga de Dios, oh dignidad grande de Dios, digna de ser reverenciada. Ayúdame Señor para alcanzar la vida eterna, ahora y en la hora de mi muerte. Amén Jesús.

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