viernes, 2 de agosto de 2013

Enrólate y enróllat



“Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?”. La conducta del rico del Evangelio es más irrisoria que riguroso es el castigo eterno. En efecto, este hombre, que va a ser llevado de este mundo dentro de poco tiempo, ¿qué proyectos tiene en su espíritu? “Derribaré los graneros y construiré otros más grandes.” Yo, muy a gusto le diría: Haces bien, porque no merecen otra cosa que ser destruidos los graneros de la injusticia. Con tus propias manos, destruye de arriba abajo, lo que has construido deshonestamente. Deja derribar tus reservas de trigo; nunca han reconfortado a nadie. Haz desaparecer toda construcción refugio de tu avaricia, quita los tejados, derriba los muros, expone al sol el trigo enmohecido, saca tus riquezas de la prisión en que las tienes encerradas…

    “Derribaré los graneros y construiré otros más grandes.” Una vez hayas llenado cada uno de ellos, ¿qué sacarás de hacer esto? ¿Los derribarás también para de nuevo construir otros? ¿Hay peor locura que atormentarse sin fin, construir encarnizadamente y volverse a encarnizar para destruir? Si tú lo quieres tienes como graneros allí donde moran los indigentes. Atesorad tesoros en el cielo. Lo que allí se deposita “ni los gusanos se lo comen, ni la herrumbre los oxida, ni los ladrones se lo llevan” (Mt 6,20).


Autor: San Basilio Magno (c 330- 379), monje, obispo de Cesarea de Capadocia, doctor de la Iglesia Homilía 31

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