miércoles, 16 de diciembre de 2015

GRACIAS




El día de hoy esta publicación más que un artículo a conocer es para agradecerles el seguir este blog que como todo en la vida hay momentos de mucho crecimiento y momentos en los que nos quedamos inmóviles observando lo que sucede.

Viendo todo lo que sucede en nuestro planeta me doy cuenta que cada uno de nosotros tenemos que buscar el crecimiento social, cultural y espiritual.

Y como este blog para bien o para mal he tratado de que sea un crecimiento espiritual y cultural para todos nosotros. Por lo cual el día de hoy invito a cada uno de ustedes a leer el libro de Imitación de Cristo del Beato Tomas de Kempis

En este libro busca que crezcamos en el ámbito social espiritual y cultural porque para nosotros la formación y forma de vida se demuestran con los hechos.

Así que los invito a prepararse internamente en cuerpo y alma en nuestra fe para de esa manera tener unos cimientos sobre roca no sobre arena hay que buscar que el Reino de Cristo cresca y se fortalezca con el apoyo material y espiritual que cada uno de nosotros tenemos.

Sin más por el momento les agradezco su atención y les envió un abrazo fraternal deseándoles felices fiestas.


Jorge Alfredo Franco Iñiguez

libro de Imitación de Cristo del Beato Tomas de Kempis

PDF: 
http://process-641766.webuda.com/files/Educativo/kempis.pdf 
http://www.prisaediciones.com/uploads/ficheros/libro/primeras-paginas/201306/primeras-paginas-leer-morir.pdf

epubl: 
https://www.ebookscatolicos.com/descargas/descargar-epub-imitacion-de-cristo-tomas-de-kempis/?wpdmdl=12049.

web: 
http://es.catholic.net/op/articulos/19238/cat/751/la-imitacion-de-cristo.html

Audio Libro: 
http://www.mimp3s.me/descargar/WFd0TThPbHBVamsqNCpMYSBpbWl0YWNpw7NuIGRlIENyaXN0byAoVG9tw6FzIGRlIEtlbXBpcyk6IDI0IG1pbnV0b3MgcGFyYSBtZWRpdGFy

Audio libro web:
http://biblialiturgia.com/libros-espirituales/la-imitacion-de-cristo-tomas-de-kempis-en-desarrollo/

miércoles, 9 de diciembre de 2015

¿La puntita del Iceberg?


Hace unos días el mundo se estremeció por las noticias de los atentados en París, días de pánico y de terror movieron al mundo, muestras de apoyo y solidaridad como es esperado en estos casos y lo que ya se mueve en los medios como la tercera guerra mundial. Días después en otros lugares del mundo, las agresiones parece que no cesan. Ayer mismo en Estados Unidos tiroteos en California dejan familias rotas y sufriendo. En nuestro país una crisis interna tiene vueltos locos a unos y otros, siguen agrediéndose y buscando que el otro sufra por su posición política, los maestros siguen sufriendo por un gobierno que los obliga a evaluarse de forma imparcial, otros alaban la obra del gobierno diciendo que ya era hora.

Y así parece que los vaivenes del mundo nos obligan a preguntarnos ¿Adviento? ¡Qué no ven que la lumbre no está para tortillas! ¿Cómo calmar nuestro corazón ante las injusticias? ¿Cómo dejar de lado tanto sufrimiento para hacer silencio? ¡Cómo callarse cuando parece que es tiempo de levantar la voz! Y me parece que quizás valdrá la pena ponerse a considerar que Dios es acaso el que más puede hacer aquí. Dios es capaz de cambiar el curso de la historia, y no lo hace con transformaciones inmediatas, sino justamente suscitando corazones sedientos de justicia, sedientos de amor por los demás, inflamados por el ardor de la verdad, pero a Dios no se le escucha sino en el silencio, no se le oye hasta que se acerca el hombre a escuchar los latidos del Señor en el Sagrario. A veces pecamos de suficiencia más de lo que deberíamos, porque creemos que con nuestras fuerzas podemos y con nuestros esfuerzos llegaremos, ya lo decía la sabiduría de las abuelitas, cuando te toca aunque te quites, y cuando no, aunque te pongas. Espero que este año, sepamos valorar lo que nos toca, y hoy nos toca, el silencio, escuchar aún en medio de tanto alboroto y de tanta necesidad, escuchar la voz del Padre que nos llama a ser como su Hijo, a ser la voz de su Hijo, a ser paladines de la verdad y la justicia. ¡Busca primero el Reino de Dios y su justicia divina, y lo demás se dará por añadidura! Yo prefiero incluso el peor de los mundos cristianos al mejor de los paganos, porque en un mundo cristiano hay lugar para los que no tienen lugar en un mundo pagano”

Cuatro semanas distan el inicio del adviento con la gran fiesta del Nacimiento, cuatro semanas que nos permitirán hacer una Navidad diferente, un pesebre en nuestro corazón, para que entonces, tanta violencia redunde en amor, tanta violencia con misericordia, y entonces ojalá que si hablemos de la punta de un Iceberg, pero un iceberg de compasión y caridad, un iceberg de verdadero cristianismo, que sabe sacrificarse por el otro, que sabe ver al otro en medio de tanta dificultad, que sabe velar por alguien más aún cuando él también necesita ser velado. ¡Ese si es el mundo cristiano! Y como lo dijo y bien dicho Henrich Böll “


Autor: Carlos F. Amador Treviño Díaz

lunes, 7 de diciembre de 2015

Todos esperan ser salvados




Jesucristo Dios-Hombre. Una de las "magnalia Dei", de las maravillas de Dios, que hemos de meditar y que hemos de agradecer a este Señor que ha venido a traer la paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad (Lc 2, 14). A todos los hombres que quieren unir su voluntad a la Voluntad buena de Dios: ¡No sólo a los ricos, ni sólo a los pobres!, ¡a todos los hombres, a todos los hermanos! Que hermanos somos todos en Jesús, hijo de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es nuestra Madre. 
Es Cristo que pasa, 13

San Josemaría 

domingo, 6 de diciembre de 2015

Para oír a Dios




Si acudimos a la Sagrada Escritura, veremos cómo la humildad es requisito indispensable para disponerse a oír a Dios. Donde hay humildad hay sabiduría, explica el libro de los Proverbios. Humildad es mirarnos como somos, sin paliativos, con la verdad. Y al comprender que apenas valemos algo, nos abrimos a la grandeza de Dios: ésta es nuestra grandeza.

¡Qué bien lo entendía Nuestra Señora, la Santa Madre de Jesús, la criatura más excelsa de cuantas han existido y existirán sobre la tierra! María glorifica el poder del Señor, que derribó del solio a los poderosos y ensalzó a los humildes. Y canta que en Ella se ha realizado una vez más esta providencia divina: porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava, por tanto ya desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.

María se muestra santamente transformada, en su corazón purísimo, ante la humildad de Dios: el Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por cuya causa el santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios. La humildad de la Virgen es consecuencia de ese abismo insondable de gracia, que se opera con la Encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad Beatísima en las entrañas de su Madre siempre Inmaculada.
Amigos de Dios, 96

San Josemaría

sábado, 5 de diciembre de 2015

Abrid los ojos y levantad la cabeza



Abrid los ojos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca (Lc 21, 28) hemos leído en el Evangelio. El tiempo de Adviento es tiempo de esperanza. Todo el panorama de nuestra vocación cristiana, esa unidad de vida que tiene como nervio la presencia de Dios, Padre Nuestro, puede y debe ser una realidad diaria.

No quería deciros más en este primer domingo de Adviento, cuando empezamos a contar los días que nos acercan a la Natividad del Salvador. Hemos visto la realidad de la vocación cristiana; cómo el Señor ha confiado en nosotros para llevar almas a la santidad, para acercarlas a El, unirlas a la Iglesia, extender el reino de Dios en todos los corazones. El Señor nos quiere entregados, fieles, delicados, amorosos. Nos quiere santos, muy suyos.
Es Cristo que pasa, 11

San Josemaría

viernes, 4 de diciembre de 2015

Tiempo de esperanza



San Josemaría decía que cada Navidad "ha de ser para nosotros un nuevo y especial encuentro con Dios, dejando que su luz y su gracia entre hasta el fondo del alma". Presentamos unos textos del fundador del Opus Dei con ocasión del inicio del Adviento, tiempo de preparación para la Navidad.

Ha llegado el Adviento. ¡Qué buen tiempo para remozar el deseo, la añoranza, las ansias sinceras por la venida de Cristo!, ¡por su venida cotidiana a tu alma en la Eucaristía! —»Ecce veniet!» —¡que está al llegar!, nos anima la Iglesia.

Forja, 548

Abrid los ojos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca (Lc 21, 28) hemos leído en el Evangelio. El tiempo de Adviento es tiempo de esperanza. Todo el panorama de nuestra vocación cristiana, esa unidad de vida que tiene como nervio la presencia de Dios, Padre Nuestro, puede y debe ser una realidad diaria.

Es Cristo que pasa, 11

Busca la unión con Dios, y llénate de esperanza —¡virtud segura!—, porque Jesús, con las luces de su misericordia, te alumbrará, aun en la noche más oscura.

Forja, 293

Jesucristo Dios-Hombre. Una de las magnalia Dei, de las maravillas de Dios, que hemos de meditar y que hemos de agradecer a este Señor que ha venido a traer la paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad (Lc II, 14). A todos los hombres que quieren unir su voluntad a la Voluntad buena de Dios: ¡No sólo a los ricos, ni sólo a los pobres!, ¡a todos los hombres, a todos los hermanos! Que hermanos somos todos en Jesús, hijo de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es nuestra Madre.

Es preciso mirar al Niño, Amor nuestro, en la cuna. Hemos de mirarlo sabiendo que estamos delante de un misterio por la fe y, también por la fe, ahondar en su contenido. Para esto, nos hacen falta las disposiciones humildes del alma cristiana: no querer reducir la grandeza de Dios a nuestros pobres conceptos, a nuestras explicaciones humanas, sino comprender que ese misterio, en su oscuridad, es una luz que guía la vida de los hombres.

Es Cristo que pasa, 13

jueves, 3 de diciembre de 2015

Aquí estoy, porque me has llamado



Ha llegado para nosotros un día de salvación, de eternidad. Una vez más se oyen esos silbidos del Pastor Divino, esas palabras cariñosas, “vocavi te nomine tuo” –te he llamado por tu nombre. Como nuestra madre, El nos invita por el nombre. Más: por el apelativo cariñoso, familiar. –Allá, en la intimidad del alma, llama, y hay que contestar: “ecce ego, quia vocasti me” –aquí estoy, porque me has llamado, decidido a que esta vez no pase el tiempo como el agua sobre los cantos rodados, sin dejar rastro. (Forja, 7)

Un día –no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia–, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana –que es la razón más sobrenatural–, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El.

No me gusta hablar de elegidos ni de privilegiados. Pero es Cristo quien habla, quien elige. Es el lenguaje de la Escritura: elegit nos in ipso ante mundi constitutionem –dice San Pablo– ut essemus sancti (Eph I, 4). Nos ha escogido, desde antes de la constitución del mundo, para que seamos santos. Yo sé que esto no te llena de orgullo, ni contribuye a que te consideres superior a los demás hombres. Esa elección, raíz de la llamada, debe ser la base de tu humildad. ¿Se levanta acaso un monumento a los pinceles de un gran pintor? Sirvieron para plasmar obras maestras, pero el mérito es del artista. Nosotros –los cristianos– somos sólo instrumentos del Creador del mundo, del Redentor de todos los hombres. (Es Cristo que pasa, 1)

San Josemaría

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Ojalá no te falte sencillez



Aquellos primeros apóstoles ‑a los que tengo gran devoción y cariño‑ eran, según los criterios humanos, poca cosa. En cuanto a posición social, con excepción de Mateo, que seguramente se ganaba bien la vida y que dejó todo cuando Jesús se lo pidió, eran pescadores: vivían al día, bregando de noche, para poder lograr el sustento.

Pero la posición social es lo de menos. No eran cultos, ni siquiera muy inteligentes, al menos en lo que se refiere a las realidades sobrenaturales. Incluso los ejemplos y las comparaciones más sencillas les resultaban incomprensibles, y acudían al Maestro: Domine, edissere nobis parabolam, Señor, explícanos la parábola. Cuando Jesús, con una imagen, alude al fermento de los fariseos, entienden que les está recriminando por no haber comprado pan.

Pobres, ignorantes. Y ni siquiera sencillos, llanos. Dentro de su limitación, eran ambiciosos. Muchas veces discuten sobre quién sería el mayor, cuando ‑según su mentalidad‑ Cristo instaurase en la tierra el reino definitivo de Israel. Discuten y se acaloran durante ese momento sublime, en el que Jesús está a punto de inmolarse por la humanidad: en la intimidad del Cenáculo.

Fe, poca. El mismo Jesucristo lo dice. Han visto resucitar muertos, curar toda clase de enfermedades, multiplicar el pan y los peces, calmar tempestades, echar demonios. (…)

Aquellos hombres de poca fe, ¿sobresalían quizá en el amor a Cristo? Sin duda lo amaban, al menos de palabra. (…) Son hombres corrientes, con defectos, con debilidades, con la palabra más larga que las obras. Y, sin embargo, Jesús los llama para hacer de ellos pescadores de hombres, corredentores, administradores de la gracia de Dios. (Es Cristo que pasa, 2)

San Josemaría

martes, 1 de diciembre de 2015

Dios suele buscar instrumentos flacos


Sin gran dificultad podríamos encontrar en nuestra familia, entre nuestros amigos y compañeros, por no referirme al inmenso panorama del mundo, tantas otras personas más dignas que nosotros para recibir la llamada de Cristo. Más sencillos, más sabios, más influyentes, más importantes, más agradecidos, más generosos.

Yo, al pensar en estos puntos, me avergüenzo. Pero me doy cuenta también de que nuestra lógica humana no sirve para explicar las realidades de la gracia. Dios suele buscar instrumentos flacos, para que aparezca con clara evidencia que la obra es suya. (…) Sin que haya mediado mérito alguno por nuestra parte, os decía: porque en la base de la vocación están el conocimiento de nuestra miseria, la conciencia de que las luces que iluminan el alma ‑la fe‑, el amor con el que amamos ‑la caridad‑ y el deseo por el que nos sostenemos ‑la esperanza‑, son dones gratuitos de Dios. Por eso, no crecer en humildad significa perder de vista el objetivo de la elección divina: ut essemus sancti, la santidad personal.

Ahora, desde esa humildad, podemos comprender toda la maravilla de la llamada divina. La mano de Cristo nos ha cogido de un trigal: el sembrador aprieta en su mano llagada el puñado de trigo. La sangre de Cristo baña la simiente, la empapa. Luego, el Señor echa al aire ese trigo, para que muriendo, sea vida y, hundiéndose en la tierra, sea capaz de multiplicarse en espigas de oro. (Es Cristo que pasa, 3)

San Josemaría