miércoles, 13 de julio de 2016

Decálogo de la oración




1. Orar es sencillo.Conversa con Dios con toda confianza, sin necesidad de escoger las palabras. Por muy bonitas consideraciones que busques para dirigirte a Él, infinitamente más bellas son las que Él tiene.

“Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has mostrado a los pequeños” (Lc 10, 21)

2. Orar es dejarse agarrar por la mano de Dios. Él te elevará hasta su rostro, como a un niño pequeño, para llenarte de besos.

“Fui para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas y se inclina hasta él para darle de comer” (Os 11,4).

3. Orar es escuchar y hablar con Dios como con un amigo íntimo. Déjate encontrar por Él, te conducirá a ese espacio de tu alma donde oirás su voz y tú tendrás la confianza suficiente para responderle.

“Y las ovejas escuchan su voz y a sus ovejas las llama una por una”(Jn 10, 3).

4. Orar es vaciarse de cosas, de preocupaciones, de ti mismo. Ofrécele tu pobreza, tu egoísmo, tu tiempo, tu rutina y, sobre todo, tus deseos. Él llenará el vacío que vaya quedando en tu corazón.

“Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto”(Mt 6, 6).

5. Orar es empobrecerse Al principio abundan las palabras de amor, confianza y entrega, hasta que desaparecen en el silencio. El sentimiento de la presencia de Dios es quien llena ese silencio.

“Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van ser escuchados” (Mt 6, 7).

6. Orar es permanecer en la presencia de Dios sin desfallecer. Dios no busca personas que profundicen en consideraciones intelectuales, sino hombres y mujeres que no se cansen de orar. A los que oran mucho les concede el don de la oración pura. La “cantidad” depende de nosotros, la “calidad” del Padre de las luces.

“Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18, 1).

7. Orar es descubrir a Jesucristo dentro de ti. Si te acercas a Él con fe y humildad te admitirá entre sus seguidores, los pobres, que todo lo esparan de Dios y nada de sí mismos. Déjate que te mire y te ame, no te escondas a su mirada y consiente en dejarte abrazar por Él.

“La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!” (Gal 4, 6).

8. Orar es amar. El termómetro que mide la autenticidad de tu oración es la caridad con el prójimo. La oración te ayudará a descubrir lo que hay dentro de su rostro, detrás de su cara: sus sufrimientos y alegrías, sus ansiedades y proyectos. La oración te llevará a descubrir al hermano y unirte a él.

“La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación” (St 1, 27).

9. Orar es dejar hablar al corazón. Estudiamos métodos de oración, muchos avalados por la santidad de quienes los practicaron, buscamos un buen libro de oración. El centro de la oración, la fuente de donde brota la más fresca y cristalina es nuestro corazón.

“Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí,. Como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de aguas viva” (Jn 7, 37)

10. Orar es entrar. Dios está en el corazón, ahí vive y ahí actúa, ahí quiere comunicarse. El hombre está fuera de sí, en las cosas. Vive distraído y exiliado. En la oración los `protagonistas inician un movimiento de aproximación, hasta que se encuentran en un profundo silencio de amor.

“Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14, 23).

AUTOR: Benigno Colinas, CSsR en OLEADA JOVEN 30 ABRIL, 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario